Caminar


Una vez estaba esperando el metrobús en Chilpancingo, pero tardaba mucho y había mucha gente, así que decidí caminar once kilómetros. Me fui todo Insurgentes hasta Miguel Ángel de Quevedo, y todo Miguel Ángel casi hasta Tasqueña, donde vivía; no necesariamente la ruta más corta. Ese es el asunto con caminar, más que una forma de transportarse es una actividad en sí misma.


Cuando menos las principales delegaciones de la Ciudad de México son bastante caminables, y siempre ofrecen una salida: si es demasiado el cansancio o la prisa, basta con pedir un uber o subirse al camión/metro/metrobús más cercano. Sin embargo, son pequeñas victorias todas aquellas veces que uno decide seguir caminando, no depender de nada ni nadie.


La semana pasada comencé a ir caminando al trabajo. Son como doce kilómetros de Coyoacán a la México-Tacuba. Entre no calcular bien y levantarme tarde, los últimos quince minutos antes de entrar me los he tenido que aventar un par de veces en camión y en taxi, pero para mi sorpresa, no hay tanta diferencia, y a veces hasta hubiera sido más rápido seguir caminando. Parece ser una actividad que no te quita tiempo, sino que te lo da. Hoy, por ejemplo, amanecí sin ganas y pasé dos horas en casa a lo idiota más una hora de desplazamiento en metro. Tres horas. Ir caminando al trabajo me toma dos horas y media (y me anima). Otras personas también han reportado cómo caminar estira nuestro tiempo y tiene muchos beneficios para el cerebro, so there's that.

Caminar es mi forma favorita de relacionarme con la ciudad. Puedo moverme y detenerme como se me dé la gana. No es que siempre encuentre algo extraordinario, pero siempre encuentro algo. Hace unos días descubrí una cafetería cuyos bagels se ven bastante bien y unos tamales frente a un hospital que huelen delicioso. Le he tomado foto a toda la publicidad de The Irishman que hay desde Coyoacán hasta Reforma. No faltan los perritos; mientras más temprano, más perritos. Me topé con la fachada de una casa muy bella en la Condesa, pero me dio coraje ver que a los lados y arriba construyeron un estacionamiento (sí, ARRIBA de una casa). Es interesante ver el cambio, a veces leve, a veces drástico, entre colonia y colonia.


Lo más cursi es que me gustan los pequeños detalles. El sol no se cuela por los árboles de la misma manera al amanecer que a las 12 o a las 6 pm. Diario, desconocidos se dan los buenos días, desafiando la idea de que la gente de ciudad es grosera y antipática. La reunión alrededor de los tamales frente al hospital es muy bonita. Caminando reconozco casas, edificios y otros lugares por los que no había pasado en años, y me gusta recordar con quiénes estaba o qué hacía la última vez que los vi.


Por otra parte, las cuadras y las distancias ya no me parecen tan largas cuando abro Google Maps. Entonces me dan ganas de caminar en serio, ponerme alguna especie de meta o misión. En Nueva York, ImJustWalking y NewYorkCityWalk registraron su paso por todas (todas todas) las calles de Nueva York, y son dos de tantos. Feike da Jong hizo algo parecido en la periferia de la Ciudad de México. Quizás lo haga algún día. Quizás mañana empiece. Hoy no, porque hoy vine al trabajo en metro.





Popular Posts